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domingo, 11 de fevereiro de 2018

Ante la Teoría del “caos” nada sucede sin el consentimiento de dios Jorge Hessen


Traducido por: Mercedes Cruz Reyes 
Madri/Espanha

Hace 5 siglos la moderna ciencia occidental pavimentó las sendas para los estudios de Copérnico, Galileo, Kepler, Bacon y Descartes, resultando en el paradigma mecanicista del proceso científico. Posteriormente, tal patrón científico fue corroborado por Newton, que observó las leyes del movimiento, creando una realidad determinista regida por leyes físicas y matemáticas, donde todo era "exacto", "absoluto" e "inalterable".
El funcionamiento del mundo físico pasó a ser visto como el de un reloj, a través de movimientos lineales y precisos. Sin embargo, a finales del siglo XIX, el investigador Potincaré desafió, por primera vez, esta visión determinista de los sistemas, revelando los desempeños irregulares y no previsibles de este sistema newtoniano, por lo tanto, desvelando los comportamientos caóticos en la dinámica de la vida.
Actualmente hay respetables estudios, análisis, debates y críticas sobre la famosa "teoría del caos". Para algunos, es una de las teorías más importantes del Universo, presente en la esencia en casi todo lo que nos rodea. Sus causales afianzan que variaciones insignificantes al inicio de un determinado evento (cambio climático, por ejemplo) pueden generar transformaciones profundas en el futuro, lo que haría que el sistema (o eventos) caóticos e imposibles de predecir.
El término caos, así traducido en portugués, que se origina de la palabra griega "Chaos", lo que significa vasto abismo o grieta. A través de los romanos, pasó a tener la connotación de trastorno. La "teoría del caos" también está relacionada con variaciones del mercado financiero y con el crecimiento de la población y, como hemos visto, con la concepción de imposibilidad de previsiones climáticas a largo plazo.
En el siglo XX, durante un evento científico ocurrido en Washington, en 1972, el meteorólogo Eduard Norton Lorenz, fundamentado en sus estudios, formuló ecuaciones que demostraban el "efecto mariposa". Para ello presentó un artículo titulado "Previsibilidad: el batir de alas de una mariposa en Brasil desencadena un tornado en Texas?". Creando tal adagio, tradujo ideas de que pequeñas causas pueden provocar grandes efectos, independientes del espacio y del tiempo.
El físico Stephen Hawking también anotó lo siguiente: "Una mariposa batiendo las alas en Tokio puede causar lluvia en el Central Park de Nueva York". [1] Hawking explicó que no es el golpe de las alas, ingenua y meramente, que provocará la lluvia pero la influencia de este pequeño movimiento sobre otros eventos en otros lugares es que puede llevar, por fin, a influenciar el clima.
Sobre la base de tales afirmaciones se observa que el tema es instigador, por esta razón abreviaremos el debate apoyado en las argumentaciones de los Benefactores espirituales. El espírita tiene conciencia de que el "azar" no existe. En la producción de ciertos fenómenos como los vientos, las lluvias, los truenos, los rayos y las tempestades, los Espíritus se reúnen en multitud. Algunos de ellos [Espíritus] actúan a veces con conocimiento de causa, otros no, sobre todo los Espíritus más atrasados, mientras que su inteligencia está más desarrollada también comandarán y dirigirán los fenómenos de la naturaleza. [2]
Para el restablecimiento del equilibrio y de la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza, los Espíritus en la condición de agentes de la voluntad del Creador necesitan ejercer acción sobre la materia y sobre los elementos a fin de agitar, calmar y dirigir algunos. Hasta porque Dios no ejerce acción directa sobre la materia. Para ello el Creador encuentra agentes (Espíritus) dedicados en todos los grados de la escala de los mundos.
Por lo tanto, los fenómenos naturales tienen una finalidad providencial, no ocurren por causas aleatorias. Naturalmente todo tiene una razón de ser y nada [en los fenómenos naturales] sucede sin el permiso de Dios. [3]

Referencias bibliográficas:
[1] HAWKING, Stephen. O Universo Numa Casca De Noz. SP: Ed. Nova Fronteira, 2002.
[2] KARDEC, Allan. O Libro dos Espíritus, RJ: Ed. FEB, 1999, cuestiones 539, 540
[3] Idem, questão 536

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