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terça-feira, 6 de setembro de 2016

EN LAS TENSIONES SOCIALES EL ESPIRITA EXORA SIEMPRE LA EVOLUCIÓN, NUNCA LA REVOLUCIÓN - Jorge Hessen


Traducido por: Mercedes Cruz Reyes 
Madri/Espanha

Observemos abajo los respetables argumentos de algunos líderes residentes en las favelas de Brasil. Pronuncian tales líderes que existe hoy una guerra urbana, aunque el poder público no tiene interés en cambiar ese panorama. Afirman que la educación brasileña no mejoró para quien es pobre y vive en favelas. Además, retrocedió mucho. En Brasil la educación no ha sido prioridad de ningún gobierno. Los profesores no son respetados y sus salarios son degradantes.

Recuerden que la pobreza aun yace estacionada, con todo, ser pobre no es una deshonra. Lo que falta en Brasil es respeto, es la percepción de que no hay bandido solo en las favelas, mas si también entre los pijos y patrioteros y entre los insospechados “cuellos blancos”.

Las manos de obra pesadas están en los barrios pobres, en las comunidades y en las favelas. El ingeniero calcula todo, más quien hace la base y levanta la pared es el trabajador suburbano. Los adinerados no comprenden que cuando morimos todos vamos para el mismo lugar. Allá en el cementerio, acaba la arrogancia, la prepotencia, el egoísmo, el desprecio. Somos todos iguales, independientemente del color, raza, condición financiera, religión. Dios hizo todo el mundo a su manera, no existe nadie perfecto.

Sin embargo de la consistencia de opinión antes mencionada, creo que el grito de indignación, dimanado de los líderes referidos, su lógica indiscutible, puede padecer afanados ajustes a través de algunos conceptos doctrinarios.

Anotemos, pues.

Concordamos que los beneficios del desenvolvimiento material no está siendo divididos equitativamente y el foso entre afortunados y desheredados (ricos x pobres) es colosal. Esa tendencia puede ser amenazadora para el equilibrio social, por eso es urgente corregirla. Caso contrario, las bases de la seguridad global podrán estar seriamente amenazadas.

Sabemos que el conocimiento y la tecnología a nuestro favor, necesarios para sustentar a toda la población y reducir los impactos de las desigualdades materiales, hasta porque los desafíos económicos, políticos, sociales y espirituales están entrelazados, y, juntos, podremos crear, de inicio, soluciones emergentes para que evitemos el caos total en poco tiempo.

Urge que se cree en la población una mentalidad crítica, que permita establecer nuevos comportamientos, reduciendo los extremismos ideológicos, normalmente de los discursos arduos de los políticos deshonestos, algunos fantasiosos de “padres de los pobres”, y entronizarse entre nosotros la verdadera solidaridad. La sociedad debe construir nuevos modelos de convivencia lastrados en la fraternidad y en el amor. La falta de percepción de la interdependencia y complementariedad entre los ciudadanos genera una visión individualista, materialista, separatista. Eso no es nada auspicioso.

Los espíritas, comprendemos y explicamos muchos fenómenos sociales y económicos a través de la pluralidad de las existencias. No somos heraldos de revoluciones porque creemos en la evolución, esto es, los espíritas somos evolucionarios y no revolucionarias, y nuestra propuesta es para cambios en la intimidad del ser humano; no contemporizamos con las injusticias, todavía entendemos bien la concentración de riqueza que necesariamente no siempre significa la ausencia de fraternidad, o manutención de privilegios y de excesos en el uso de los bienes, de las riquezas y del poder de unos pocos en detrimento del infortunio de la mayoría.

Indagado sobre la desigualdad verificada entre las clases sociales, el Espíritu Emmanuel esclarece que “la desigualdad social es el más elevado testimonio de la verdad de la reencarnación, mediante la cual cada espíritu tiene su posición definida de regeneración y rescate. En ese caso, consideramos que la pobreza, la miseria, la guerra, la ignorancia, como otras calamidades colectivas, son enfermedades del organismo social, debido a la situación de prueba de la casi generalidad de sus miembros. Cesada la causa patogénica con la iluminación espiritual de todos en Jesucristo; la molestia colectiva estará eliminada de los ambientes humanos”.[1] 

Finalizo con las palabras del notable Leon Denis que enuncio: “El Espiritismo es, nadie se engañe, uno de los mayores acontecimientos de la historia del mundo. Siendo así hoy, cara a las doctrinas religiosas enflaquecidas, petrificadas por el interés material, impotentes para esclarecer al Espíritu humano, se yergue una filosofía racional, trayendo en si el germen de una transformación social, un medio de regenerar a la Humanidad, de liberarla de los elementos de descomposición que la esterilizan y ensucian”. [2]

Referencias bibliográficas:

[1]           Xavier, Francisco Cândido. O Consolador, ditado pelo Espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed. FEB,  1999, questão 55

[2]           Denis, León. Después de la Muerte, capitulo 24, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 1998

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